domingo, octubre 23, 2005

CULPABLES FUIMOS TODOS

Nota del Autor del Blog.

Les diré que había leido en Cuba algunos fragmentos de esta última carta de Miguel Angel Quevedo, exdirector de la revista Bohemia, pero nunca había tenido la posibilidad de leerla completamente. La mencionada carta es un llamado a cada uno de nosotros al DISCERNIMIENTO y a la RESPONSABILIDAD, en los diferentes papeles que desempeñamos en esta vida. Si no fuera porque esa carta fue motivada por situaciones y causas que llevaron al suicidio de un ser humano, sería una carta mejor recibida, aunque les confieso que yo realmente recibí un fogonazo de alegría al leerla, ya que su contenido tan esclarecedor, y tan bien expuesto es impresionante; más aún, cuando sabemos que fue escrito en situación límite. La única observación que yo le hago a esa carta es que no matizó las culpas, pero para un sincero suicida que lo va a dejar todo, en particular la vida, es totalmente excusable ese olvido o el dejarle esa tarea a otros menos implicados para que no se pudiera interpretar ese tamizars como una manera de esquivar parte del peso de su admitida culpabilidad. Todos sabemos que la culpa no ha sido la misma para todos: algunos " tienen la culpita y otros la culpona" como dice la vieja guaracha cubana, Quevedo lo sabía.
Miguel Angel Quevedo valientemente admitió que no supo reconocer al peor entre Scila y Caribdis. Desde hace muchísimos años, aún después de leer fragmentos de su otra carta de despedida ( la carta de despedida de BOHEMIA), tuve mis resentimientos hacía Miguel Angel Quevedo, y hacia otros muchos intelectuales, por no advertirnos y no hablarnos de los métodos cautivadores y atractivos que tienen diferentes personas e ideologías para atraparnos en sus redes; estábamos esperando un oso rojo parado en sus patas traseras con sus colmillos chorreantes de sangre y con la oz y el martillo en su pecho y se nos apareció un supuesto Rey Mago o Robin Hood, blanco, barbudo, vestido de verde olivo de perfil griego con medallita de la Caridad del Cobre en su pecho y paloma blanca posada en su hombro que nos repartía las riquezas de explotadores y cómplices de asesinatos. No se nos dijo del pasado pandillero de ese individuo y que todo había sido un montaje y trampas habilmente realizadas para engañar a todo un pueblo; caimos en la trampa como muchos indios cayeron ante los primeros descubridores y colonizadores y los que no caimos en la trampa, caimos por la espada de ese régimen esclavizador de pueblo. Posteriormente entre 1959 y 1960, cuando ya era tarde, se expusieron analizaron adecuadamente esos sistemas, por ejemplo en algunas cartas pastorales de obispos cubanos y en debates publicados en Bohemia como el llevado a cabo entre el Dr. Carlos Rafaél Rodríguez y el Dr. Valdespino sobre el comunismo.
Estos 46 años han demostrado que con esquemas y maniqueísmo podemos quedar atrapados largo tiempo en un sistema político cerrado a la información y a la libertad, Paradójicamente la historia cubana anterior a 1959 nos muestra que el maniqueímo y el esquematismo informativo no nos evita caer en "falsos mesianismos" en sistemas abiertos o con ciertas aperturas pues los perversos aprovechan las oportunidades que les brinda los espacios, más grandes o más pequeños, de libertad y democracia existentes en esos sistemas para promoverse e instalarse, despues de lo cual se adueñan o cierran todos los espacios . La perversidad no desperdicia oportunidades.
Algunos factores y personas, aún hoy en día, no admiten que se equivocaron y apostaron por el peor caballo; esa soberbia es aún más grave cuando su miopía provocó la muerte de muchas personas, la mayoría jóvenes, para instalar un régimen peor que el que estaban derribando. Dios seguramente le perdonó a Miguel Angel sus errores, su suicidio y sus pecados de vida disipada. Ante este sincero y desgarrador arrepentimiento y acto de contricción no hace falta Purgatorio. El infierno ya lo pasó en Vida.
Todavía Dios espera por el arrepentimiento de muchos de esos soberbios.

El texto siguiente fue extraido de http://www.elveraz.com/bohe.htm

Culpables fuimos todos

Reproducimos la autocrítica carta con que dio punto final a su existencia el director de la revista Bohemia, el hombre que mandó a Pablo de la Torriente a cubrir la guerra civil en España, Miguel Ángel Quevedo. Sobre él escribió el periodista independiente cubano Lucas Garve: "Bohemia tuvo como director y artífice una figura ya olvidada en Cuba, Miguel Ángel Quevedo. A juzgar por aquellas Bohemia que pude leer en mi infancia y adolescencia, Quevedo hizo de la revista una publicación independiente y plural, donde firmas de distintos tintes ideológicos calzaban artículos, crónicas y ensayos, cuya única razón de ser publicados se daba por la excelencia periodística. Lo mejor de la intelectualidad cubana tuvo las puertas de Bohemia abiertas sin distingo ideológicos; sin embargo, Bohemia no se convirtió en una publicación para elites. Así Bohemia contribuyó a elevar, exponer y difundir el nivel cultural de un país que avanzaba, sin contar con lo que estimo el aporte principal de la revista en la historia del país en el siglo 20: la afirmación de la identidad nacional".Si este Quevedo no hubiera tenido el mérito de hacer de aquella Bohemia, la revista cubana más conocida del mundo, y la mejor en su género de Iberoamérica, aún merecería un puesto en esta galería, por la honestidad ejemplar del último escrito de su vida.

Miami, Florida 12 de Agosto de 1969
Sr. Ernesto Montaner.
Querido Ernesto:
Cuando recibas esta carta, ya te habrás enterado por la radio de la noticia de mi muerte. Ya me habré suicidado -!al fin!- sin que nadie pudiera impedírmelo, como me lo impidieron tú y Agustín Alles el 21 de enero de 1965. ¿Te acuerdas? Ese día entraste en mi despacho a entregarme un artículo tuyo. Conversamos un rato. Pero notaste que yo estaba ausente del diálogo. Me vistes preocupado, triste, muy triste y profundamente abrumado. Y me lo dijiste. Pensé en mi hermana Rosita, a quien adoro y se me llenaron de lágrimas los ojos [..] Te confesé que en el momento que llegaste a mi despacho, estaba pensando darme un tiro en la cabeza. Y hasta te dije que mi única preocupación era Rosita, que me viera tirado en el suelo sobre un charco de sangre. No quería dejarle esa última imagen, habiendo decidido - y también te lo confesé suicidarme acostado en el sofá para que, al verme, tuviese la impresión que dormía. Recuerdo la expresión de pena y asombro que había en tu cara. Te levantaste. Fuiste a mi escritorio y le quitaste las balas al revólver. Y allí, sentado en la silla del escritorio me dijiste: "Estás loco, Miguel, estás loco" . Me hablaste de Dios. De la perdición eterna de mi espíritu. De la brevedad de la vida. De la falta que yo le haría a Rosita, dejándola sola en el mundo. Me hablaste de veinte cosas. Y viendo que me resbalaban, me amenazaste con llamar a Rosita y a todos los empleados de Bohemia para enterarlos. Te supliqué que no lo hicieras. Comprendí la responsabilidad que mi confesión te habría echado encima. Y te juré por la vida de Rosita que no lo haría. Convencido que me habías desviado del propósito - al menos por el momento -, saliste de mi despacho. Te encontraste a la salida con Agustín Alles y se lo contaste. Y tú y Agustín se fueron a ver al doctor Esteban Valdés Castillo. Me llamaron de la casa de Valdés Castillo y me pusieron al habla con él. Un gran médico de excepcional talento. Quiso verme con urgencia, pero no nos vimos. Lo que hicimos fue hablar mucho por teléfono. Cuando no me llamaba él a mi, lo llamaba yo a él. Pero hablábamos todos los días. Con quien jamás volví a hablar jamás fue contigo. Perdóname, pero pensé que habías hecho mal al divulgar algo que yo te había dicho a ti amistosamente, en un momento de flaquezas. Y no volvimos a tener comunicación hasta hoy, en que ni tú, ni Agustín Alles, ni Valdés Castillo, ni nadie me hubiera impedido llevar a vías de hecho mi determinación. Estás, pues leyendo, la carta de un viejo amigo, muerto. Valdés Castillo tenía razón cuando afirmaba que la idea del suicidio pasaba por la mente del paciente en forma de círculos, que cada vez se iba reduciendo hasta convertirse en un punto. Mi punto llegó. Sé que después de muerto lloveran sobre mi tumba montañas de inculpaciones. Que querrán presentarme como "el único culpable" de la desgracia en Cuba. Yo no niego mis errores ni mi culpabilidad, lo que si niego es que fuera "el único culpable". Culpables fuimos todos, en mayor o menor grado de responsabilidad. Culpables fuimos todos. Los periodistas, que llenaban mi mesa de artículos demoledores contra todos los gobernantes, buscadores de aplausos que, por satisfacer el morbo infecundo y brutal de la multitud, por sentirse halagados por la aprobación de la plebe, vestían el odioso uniforme de los "oposicionistas sistemáticos". Uniforme que no se quitaban nunca. No importa quien fuera el presidente. Ni las cosas buenas que estuviera realizando a favor de Cuba. Había que atacarlos, y había que destruirlos. El mismo pueblo que los elegía, pedía a gritos sus cabezas en la plaza pública. El pueblo también fue culpable. El pueblo que quería a Guiteras. El pueblo que quería a Chibás. El pueblo que aplaudía a Pardo Llada. El pueblo que compraba Bohemia, porque Bohemia era vocero de ese pueblo. El pueblo que acompañó a Fidel desde Oriente hasta el campamento de Columbia. Fidel no es más que el resultado del estallido de la demagogia y de la insensatez. Todos contribuimos a crearlo. Y todos, por resentidos, por demagogos, por estúpidos, o por malvados, somos culpables de que llegara al poder. Los periodistas conocieron la hoja penal de Fidel, su participación en el Bogotazo comunista, el asesinato de Manolo Castro, y su conducta gansteril en la Universidad de la Habana, pedíamos una amnistía para él y sus cómplices en el asalto al Cuartel Moncada, cuando se encontraba en prisión. Fue culpable el Congreso que aprobó le Ley de Amnistía. Y los comentaristas de radio y de televisión que lo colmaron de elogios. La chusma que le aplaudió deliradamente en las galerías del Congreso de la República. Bohemia no era más que un eco de la calle. Aquella calle contaminada por el odio que aplaudió "los veinte mil muertos". Invención diabólica del diplománo Enriquito de la Osa, que sabía que Bohemia era un eco de la calle, pero también la calle se hacía eco de lo que publicaba Bohemia. Fueron culpables los millonarios que llenaron de dinero a Fidel para que derribara al régimen. Los miles de traidores que se vendieron al barbudo criminal. Y los que se ocuparon más del contrabando y del robo que de las acciones militares en la Sierra Máestra. Fueron culpables los curas de sotana roja que mandaban a los jóvenes para la Sierra Maestra a servir a Castro y sus guerrilleros. Y el clero, oficialmente, que respalda a la revolución comunista con aquellas pastorales encendidas, conminando al Gobierno a entregar el poder. Fue culpable Estados Unidos de América, que se incautó de las armas destinadas a las Fuerzas Armadas de Cuba en su lucha contra los guerrilleros. Y fue culpable el State Department, que apoyó la conjura internacional dirigida por los comunistas para adueñarse de Cuba. Fueron culpables Gobierno y la Oposición, cuando el Diálogo Cívico, por no ceder a llegar a un acuerdo, decoroso, pacífico y patriótico. Y los infiltrados por Fidel Castro en aquella gestión, para sabotearla y hacerla fracasar, como lo hicieron. Fueron culpables los políticos abstencionistas, que cerraron las puertas a todos los cambios electoralistas. Y los periódicos que, como Bohemia, le hicieron el fuego a los abstencionistas, negándose a publicar nada relacionado con aquellas elecciones. Todos fuimos culpables. Todos. Por acción u omisión. Viejos y jóvenes. Ricos y pobres. Blancos y negros. Honrados y ladrones. Virtuosos y pecadores. Claro que nos faltaba la lección increíble y amarga: que los más "virtuosos" y los más "honrados", eran los pobres. Muero asqueado. Solo. Proscrito. Desterrado. Y traicionado y abandonado por amigos a quienes brindé generosamente mi apoyo moral y económico en día muy dificiles. Como Rómulo Betancur, Figueres, Muñoz Marín. Los titanes de esa "Izquierda Democrática" que tan poco tiene de "democrática" y si de "izquierda". Todos, deshumanizados y fríos, me abandonaron en la celda. Cuando se convencieron que yo era anticomunista, me demostraron que eran antiquevedistas. Son los presuntos fundadores del tercer mundo. El mundo de Mao Tse Tung. Ojalá mi muerte sea fecunda. Y obligue a la meditación. Para que los que pueden, aprendan la lección. Y los periódicos y los periodistas, no vuelvan a decir jamás lo que las turbas incultas y desenfrenadas quieran que ellos digan. Para que la prensa no sea más un eco de la calle, sino un faro de orientación para esa propia calle. Para los millonarios no den más sus dineros a quienes después les despojan de todo. Para que los anunciantes no llenen de poderío con sus anuncios a publicaciones tendenciosas, sembradas de odio y de infamia, capaces de destruir hasta la integridad física y moral de una nación, o de un destierro. Y para que el pueblo recapacite y repudie a esos voceros del odio, cuyas frutas hemos visto que no podían ser más amargas. Fuimos un pueblo cegado por el odio. Y todos éramos víctimas de esa ceguera. Nuestros pecados pesaron más que nuestras virtudes. Nos olvidamos de Nuñez de Arce, cuando dijo: "Cuando un pueblo olvida sus virtudes, Ileva en sus propios vicios su tírano" Adiós. Este es mi último adiós. Y le dije a todos mis compatriotas que yo perdono con los brazos en cruz sobre mi pecho, para que me perdonen todo el mal que yo he hecho.
Miguel Angel Quevedo
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La última puerta
Desde Cuba por Tania Diaz Castro
LA HABANA, Cuba - Mayo 11 ( http://www.cubanet.org/CNews/y05/may05/11a9.htm ) - Si el suicidio es, sobre todo, el desenlace de un repentino sentimiento de frustración y de un fuerte estado depresivo ante el fracaso, ¿por qué entonces personas vinculadas a la nomenclatura castrista han preferido la muerte a seguir siendo fieles cumplidores de sus postulados?
Las organizaciones políticas del país analizaron hace cuatro años el "Código de ética de los cuadros del estado cubano", que trata sobre los mismos argumentos que ha esgrimido el régimen a lo largo de sus 46 años de mandato: "predicar con el ejemplo personal con una actitud exigente hacia sí mismo; ser estricto cumplidor de los compromisos y de la palabra empleada; combatir la apatía, la indolencia, el pesimismo; entregarse por entero y con amor al desempeño cabal de la responsabilidad encomendada; ser fiel a los principios que entraña la Patria, la Revolución y el Socialismo", etc.
Algo que contradice lo planteado en este código comunista es el historial de suicidios de la Cuba revolucionaria en las últimas cuatro décadas. Según datos recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la isla del doctor Castro es el país latinoamericano con mayor índice de suicidios.
Todo comenzó en los primeros días de marzo de 1959. El comandante del ejército rebelde Félix Lugerio Pena, como presidente del tribunal militar, absolvió a numerosos oficiales de la aviación batistiana. Fidel Castro, en desacuerdo, ordenó un segundo juicio para que fueran condenados a treinta años de cárcel, y el comandante Pena se privó de la vida.
Le sigue Raúl Chirino, un revolucionario que tras sostener una entrevista con Fidel Castro se suicidó en un dispensario médico.
Otro héroe de la Sierra Maestra, y luego un alto jefe del Ministerio del Interior (MININT), el comandante Eddy Suñol, se suicidó con su pistola calibre 45 sin que se conocieran las razones.
El 8 de diciembre de 1964, después de sostener en su despacho una conversación telefónica con Fidel Castro, el comandante Augusto Martínez Sánchez se disparó en el pecho con su pistola. Quedó vivo, pero separado de su cargo como ministro de Trabajo, y para siempre de la vida pública.
En otro despacho, esta vez el de Raúl Castro, segundo jefe de gobierno, se disparó en la sien con su pistola 45 su cuñada, Nilsa Espín. Comentarios callejeros decían que se trataba de un doble suicidio, pues ese mismo día, pero en la provincia Pinar del río, se había privado de la vida el esposo de Nilsa. Ambos habían combatido en la Sierra junto a Fidel Castro.
En 1971 se mató de un balazo en el corazón el joven funcionario Javier de Varona. Regresaba de la cárcel, donde había estado bajo investigación por haber participado en la redacción de un análisis sobre la situación nacional, sobre el fracaso de la zafra de los diez millones y los errores del máximo líder en relación con la misma.
En esa década del setenta otro alto funcionario del régimen a principios de la revolución, hijo del mártir Menelao Mora, muy querido y admirado por sus amigos, Alberto Mora, no pudo soportar la humillación de ser enviado a una granja de castigo, donde lo encontraron muerto y vestido de militar. Unos meses antes había salido en defensa de su amigo, el poeta Heberto Padilla, cuando éste fue obligado a una autocrítica pública en la Unión de Escritores. Durante varios años ocupó el cargo de ministro de Comercio Exterior.
Unos años después, el 26 de julio de 1980, la ex guerrillera de la Sierra Maestra, Haydeé Santamaría, utilizó también su 45 para morir. En esos momentos era la presidenta de "Casa de las Américas" y gozaba de la confianza de Fidel Castro. Tres años después, el 23 de junio de 1983, y según se comenta, luego de una fuerte discusión con el comandante Ramiro Valdés, el doctor Osvaldo Dorticós Torrado se privó de la vida, siendo ministro de Justicia. De 1959 a 1976 desempeñó el cargo de presidente de la república.
Jesús Manuel Suárez Estrada era hombre de confianza en el Comité Central del Partido Comunista de Cuba, donde laboró largos años. Una tarde tomó su auto para dirigirse al parque Lenin, en las afueras de la ciudad. Allí se ahorcó de un árbol. En su juventud publicó un interesante libro de versos. En su pueblo natal, Santa Clara, fuimos amigos. Ni siquiera su familia supo la razón del suicidio.
Tras el fusilamiento del General Arnaldo Ochoa y otros oficiales, en julio de 1989, dos coroneles del Ministerio del Interior decidieron suicidarse: Rafael Álvarez Cueto, jefe de Finanzas, y Enrique Sicard, jefe de Inteligencia.
En 1994, por razones aún desconocidas, Jorge Enrique Mendoza, director del periódico Granma durante años, intentó suicidarse de un disparo. Poco después falleció de un infarto cardíaco.
En Venezuela, el antiguo director de la revista Bohemia, la de mayor circulación en Cuba, Miguel Ángel Quevedo, se suicidaba. En la etapa insurreccional apoyó a Fidel Castro. En julio de 1960 Quevedo pidió asilo en la embajada venezolana en La Habana. En su carta de despedida escribió: "Me mato porque Fidel Castro me engañó".
Dos chilenas muy conocidas, Beatriz, hija del ex presidente Salvador Allende, y Laura, hermana de Allende, que gozaban de la protección del régimen castrista, decidieron despedirse para siempre de los amaneceres del trópico. Beatriz, con su arma, en la elegante residencia de Miramar que le fue cedida por el gobierno cubano, y Laura lanzándose del piso 16 del apartamento donde vivía en la barriada del Vedado.
Por esas peculiaridades de la historia terminamos esta crónica recordando a otro comunista cubano que se suicidó en 1911 junto a su esposa Laura, hija de Carlos Marx. Me refiero a Pablo Lafargue, mulato nacido en Santiago de Cuba y convertido desde su juventud en un incondicional del comunismo. Un poco antes de su pacto suicida se había publicado su libro "El determinismo económico en Carlos Marx".
Muchas de estas personas seguramente dejaron una nota antes de morir. Conociendo al régimen castrista como lo conozco, pienso que fueron echadas al fuego porque su pecado fue no poder abrir su última puerta.
De todas formas termino con el pensamiento del filósofo alemán Schopenhauer, porque le viene como anillo al dedo a tan triste historia: "Cuando los terrores de la vida sobrepasan el terror de la muerte el hombre pone fin a sus días".

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Extraido de http://www.elveraz.com/articulo348.htm

Cuba: 46 años, ¿de quien es la culpa?
Por Jay Martínez

Cada vez que comienza un nuevo año y analizamos la tragedia cubana escuchamos diferentes opiniones y conclusiones de por que después de 46 años el régimen de Fidel Castro se mantiene en el poder.
Por mas que queramos vaticinar el futuro de la Isla la experiencia nos ha demostrado que nuestras predicciones acerca del fin de Castro han sido erradas y que las generaciones de cubanos que nacimos con la Revolución ya llegamos a los cuarenta y el gobierno sigue ahí para desgracia del sufrido pueblo de Cuba.
También hemos encontrado afirmaciones nada justas por parte de exilados cubanos que salieron de Cuba a inicios de los sesenta y que culpan a las generaciones de cubanos que nacimos después del 59 de no poseer las mismas agallas que nuestros antepasados.
Afirman que la culpa de que en Cuba exista todavía comunismo es nuestra pues no hemos sabido lograr el cambio democrático con nuestro propio esfuerzo. Aseguran que somos una generación castrada. Es decir, le reprochan a las generaciones más jóvenes su pasividad política.
Y aquí me quiero detener. Este es un tema muy delicado y que muchas personas, incluso cubanos exilados, no se atreven a discutir.
También escuchamos a otros cubanos mas jóvenes decir que “el que lo puso que lo quite” y este planteamiento no es justo tampoco porque si los mambises le hubieran echado la culpa a los indios cubanos por permitir la entrada de los conquistadores españoles, tampoco se hubiera luchado y los españoles todavía estuvieran en Cuba.
De mas esta decir que nos duele y hasta nos molesta que nos culpen de lo que esta pasando en Cuba porque no tomamos una actitud de lucha y de desafío en contra de la tiranía. Reconocemos que aquellos que lucharon al principio de la Revolución y que murieron o fueron asesinados en los pelotones de fusilamiento se merecen por derecho propio ser recordados siempre con orgullo por los cubanos más jóvenes.
Pero lo que tienen que entender estas personas que lograron salir en la década de los sesenta y setenta es que el régimen de Fidel Castro no es igual ni parecido al de Batista porque aunque Batista era un dictador en Cuba se podía disfrutar de muchas libertades y privilegios que después del 59 se acabaron por completo.
Creo que deben entender que la naturaleza del gobierno cubano es otra pues su mecanismo de control para permanecer en el poder es tan perfecto que nadie mueve un dedo en la Isla sin que algún aparato de control del gobierno se percate de ello; ya sea la Seguridad del Estado, los Comités de Defensa de la Revolución o la Federación de Mujeres Cubanas.
También debemos tener en cuenta que las actuales generaciones de cubanos han sido adoctrinadas desde pequeñas para que respondan a los intereses del gobierno cubano. La misma Constitución actual limita los derechos de todos los ciudadanos a la llamada construcción del Socialismo en la Isla.
Gran parte de nuestra generación tiene el cerebro comido por ideas y consignas comunistas y le resulta casi imposible interpretar el panorama político tanto del interior como exterior de la Isla, así como tomar conciencia de que reclamar el derecho a la libre expresión es un acto tan natural y común en cualquier país democrático que no se le debe tener miedo.
El poder pensar y manifestarse en la época de Batista era algo lícito. Se podía criticar y publicar todo lo que se quería en contra del sistema político imperante y no pasaba nada. Cosa que no es igual en la Cuba de Castro.
Creo es injusto tratar de culparnos a nosotros. Se que a la mayoría de los cubanos que estamos en el exilio nos gustaría levantarnos un día por la mañana y ver en la prensa que el pueblo de Cuba se lanzo a las calles a protestar y que el régimen no puede contenerlos. Eso seria maravilloso. Pero al parecer después que llevamos varias décadas en el exilio se nos olvida como es que se bate el cobre en Cuba y este hecho raya en lo imposible por las razones que ya les he esbozado.
A mi generación no le quitaron la democracia porque no la conocimos. Nacimos esclavos y sometidos a un sistema totalitario y represivo que no perdona ni permite que nadie se le rebele porque te cobra con la muerte en vida. Estar preso en Cuba es como morir en vida por las condiciones que imperan en las prisiones de la Isla.
Hay muchas personas en el exilio que afirman que lo que el cubano tiene que hacer es tirarse a la calle a luchar. Y yo les pregunto. Por que la generación de cubanos que estaban en Cuba cuando el ataque de Bahía de Cochinos no se tiro a la calle a apoyar a los valientes patriotas cubanos que estaban luchando arriesgando sus vidas por tal de liberar a Cuba del Comunismo.
Creo yo que ese hubiese sido el mejor momento en la historia para haberse lanzado a las calles a apoyar a los patriotas que desembarcaron. ¿Por que no sucedió esto? ¿Alguien me puede contestar esta pregunta? Aunque se que la respuesta es la misma que mi generación de cubanos le plantea a los cubanos que nos reclaman: en Cuba se vive bajo un régimen dictatorial y militar donde todo el que se sale de la línea de pensamiento que ellos imponen paga con la muerte o la cárcel.
De eso a nadie le cabe dudas.

Notas del Editor:
Me gustaría agregar en este aspecto sin el ánimo de ofender ni herir sensibilidades, solo tratando de analizar fríamente y quizas un poco pesimistamente este tema. Solo mirandolo de frente podremos luchar por un mañana mejor para Cuba, por muy doloroso y crudo que sea reconocerlo.
En sentido general todos debemos sentirnos culpables en mayor o menor medida y bien avergonzados como cubanos, tanto los de adentros como los cubanos de afuera, no enaltece en nada la actitud de los cubanos a través de toda la historia, mas bien es una vergüenza como nación.
Como cubanos que no nos hemos sabido respetar, hemos sido autodestructivos entre nosotros mismos, independientemente de lo que hayamos podido lograr efímeramente en lo personal, no importa donde nos encontremos, ya sea en Cuba, Miami, ya sea en Puerto rico, ya sea en Suecia o en cualquier rincón del mundo.
Los cubanos de cualquier latitud y época... destruimos nuestro país.
Si entendemos eso... solo entonces tendremos el día de mañana el país que queremos construir. Quizás no hay mal que por bien no venga, quizás entonces surja de la nada, de las cenisas un país mejor, donde valoremos hasta el aire que respiramos.
Los que nacimos en la mal llamada revolución, nos criamos como dóciles y adoctrinados carneros, como esclavos, sin que pese justificación alguna...pero es que no conocíamos otra forma de vida, pensábamos que era parte de nuestras vida el no se puede, el no constante, el no cuestionar… mi opinión personal y siempre lo digo… otras aguas trajeron esto... que esta pasando el pueblo cubano.
No hay moral para criticar a la generación de cubanos que nacimos en la mal llamada revolución
Los cubanos de la generación del 50 y 60 le tocan la mayor culpabilidad, porque ellos conocieron la libertad, conocieron lo que era vivir en libertad, en prosperidad y no lo valoraron, no lo protegieron y en su lugar con mentiras o no… encaramaron en el poder a una de las dictaduras más sangrientas del siglo XX, con leyes mas crueles que verdugos.
Los que dijeron ¨Fidel esta es tu casa¨… están en Cuba, en Miami, Puerto Rico y otras latitudes… los que gritaron ¡Paredón! están en esas mismas latitudes, los que gritaban cuando el Mariel ¨Que se vaya la escoria¨… están en Cuba, en Miami, Puerto rico y otras latitudes. Los que formaban parte de los grupos de acción rápida están en esas mismas latitudes.
¿Qué aprendió el cubano nacido dentro de la mal llamada revolución?
Aprendimos a escapar, a temer, a la no lucha… y no era para menos… además de la represión en la que fuimos criados, encima de eso... la apología irreal del extranjero, por solo poner un ejemplo, recibíamos fotos de esos familiares en el extranjeros en carros lujosos y el gastado cintillo de ¨Este es mi carro¨ haciendonos creer que lo habían comprado de un solo golpe y no que tenían que pagarlo por 5 o 6 años consecutivos y así una sartas de mentiras.
Esos fueron los ejemplos que recibimos a travez de nuestras vidas.
Si en lugar de todo lo anterior, hubiéramos crecido viendo a la gente luchando contra esa dictadura que oprime al pueblo cubano, hubiéramos luchado.
Entonces nadie tiene que reprocharle a la gente que nació en la mal llamada revolución la culpabilidad de los verdaderos culpables. Aquellos nos obligaron a crecer de rodillas, a ser no persona.
Quizás por eso aún Cuba no es libre y al parecer no lo será por mucho tiempo porque el lobo del cubano es el propio cubano en cualquier latitud… y repito… no enaltece… da asco y verguenza.
Es por eso que Cuba solo será libre si intervienen las Naciones Unidas... porque el cubano como nación en cualquier latitud es incapaz de hacerlo.
Jorge FelixEditor de ¨El Veraz¨