domingo, febrero 26, 2006

LOS CUBANOS Y LAS CULPAS

Nota del Bloggista.
Hay una carta de despedida de Miguel Angel Quevedo, director y dueño de la revista Bohemia hasta que tuvo que marcharse del país, en la que antes de suicidarse que dice que "culpables fuimos todos". Yo agrego, en tiempo presente, que culpables somos todos, pues cada cual hemos tenido nuestras culpas aunque las culpas no hayan sido las mismas para todos ni tampoco la gravedad de ellas; pero ahora, no es el momento de medir culpas sino de superarlas positivamente con nuestro actuar para darle fin a la tragedia cubana que ya lleva vergonzosamente medio siglo de existencia.
Esa RELEVANTE y REVELADORA carta de despedida de Miguel Angel Quevedo y una modesta introducción de este bloggista Fue publicada en este Blog el 2 de enero del presente año. Pueden ir a los Archivos y leerlas entre los materiales publicados en el mes de enero.

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LOS CUBANOS Y LAS CULPAS

Por: Iliana Curra / PayoLibre23 de febrero de 2005

Constantemente escucho en programas radiales, televisivos y hasta en la calle, el tema de quién o quiénes han tenido la culpa de que Fidel Castro se posesionara de Cuba, pero sobre todo, que aún se mantenga en el poder.
El argumento más recurrente es que, los que salieron a principios de aquel desastre, dejaron al dictador plantado allí sin que nadie pudiera tocarlo. Eso lo dicen aquellos que no pudieron salir hasta después de varios años. A su vez, los otros dicen que los que se quedaron, lo mantuvieron en poder todo este tiempo apoyándolo con marchas, aplausos y concentraciones.
Particularmente, creo que la confrontación de generaciones es algo que no debiera existir. Culparse mutuamente no resuelve el problema que tenemos, ya que, si bien las dictaduras se implantan muchas veces por el apoyo popular, lo que las mantiene en el poder es la fuerza represiva que emana de la carencia de democracia y de un estado de derecho.
Es cierto que algunos cubanos ricos apoyaron esa cosa llamada revolución aportando mucho dinero a alguien que supo aprovecharlo para establecer un sistema que ahogara todas las libertades del ser humano. Que muchos pobres lo apoyaron creyendo que mejorarían su status económico a base de quiméricas promesas. Que pensaron –como cubanos- que lo que tenían era lo peor del mundo, y por lo tanto, había que cambiarlo a como diera lugar.
Es cierto también que las condiciones políticas de aquel momento fueron caldo de cultivo para que se llegara tan lejos. Creo que casi cincuenta años de una incomparable tiranía lo dice todo.
Pero, como cubanos al fin, siempre debemos culpar al otro. Nadie cargaría con la responsabilidad, si la tuviera, porque la condición tan particular nuestra no lo acepta.
Pero es también inaceptable culparnos unos a los otros como si las dictaduras no supieran aprovechar las condiciones sociales y políticas que aprecian en los momentos oportunos para establecerse.
“Que si te fuiste después de ponerlo”, o “estuviste viviendo allí por tanto tiempo manteniéndolo en el poder”, no creo que sea la justificación de una tiranía tan brutal como la del vejete enmascarado de guerrillero. Son acusaciones absurdas que abren una enorme brecha entre todos los que, a la larga, queremos que Cuba sea libre.
Muchos cubanos pudieron salir en los primeros años de la implantación del régimen castrista. Otros muchos, muchísimos, tuvieron que quedarse, ya sea por falta de dinero, por irrompibles lazos familiares, por tener a alguien cercano de la familia en prisión, o porque decidieran quedarse en su patria como derecho inalienable de cada cual. Hoy, aún en las precarias condiciones que se vive en Cuba, hay quien dice que de allí no se va, aunque no apoye al régimen.
Nuestra idiosincrasia, al parecer, nos hace de esta forma. Somos locuaces, gritones, rápidos, inteligentes (sin modestia, por cierto), hábiles, trabajadores e ingeniosos. Pero cuando se trata de algo que sale mal, hay que culpar al de al lado.
La culpa es algo que nada tiene que ver con nosotros los cubanos. Es posible que aceptemos todas nuestras cualidades y nuestros defectos. Pero jamás, sépanlo bien: jamás admitiremos tener la culpa de algo.
Es algo intrínseco en el cubano no ceder tan fácil en cuanto a reconocer o no las culpas, aunque sigo pensando que nada tiene que ver en esto el sostenimiento de algo tan brutal como un régimen que controla la sociedad de la forma más cerrada que puede.
No obstante, en un futuro nada lejano, los cubanos tendremos a Cuba libre. Será entonces cuando tengamos que valorar realmente lo que es una sociedad abierta y sin temores. Dejaremos de echarnos la culpa y comenzaremos a vivir sin los resquemores propios de quienes ven el sol después de tantos años oscuros. Será ya en ese momento en que hayamos aprendido que, culpar al próximo por sus errores no es nada loable.

A propósito, ¿quién tendrá la culpa de que yo haya escrito esto?