martes, febrero 28, 2006

NUESTRO HOLOCAUSTO

Tomado de Cuba Democracia y Vida.org

NUESTRO HOLOCAUSTO.
Por: Iliana Curra.
ÇÇ
Son cruces del color de la pureza. Cada una lleva impresa un nombre. Son los nombres de aquellos que un día fueron fusilados, asesinados en las cárceles, en las calles. En el inmenso mar… Muchos, ni siquiera, aparecieron jamás para la tristeza y desesperación de sus familiares que, hoy, luego de tantos años, tienen el consuelo de ponerles una flor ante su tumba. Una tumba imaginaria, pero real. Porque el dolor está ahí. Aunque no esté su cuerpo. Aunque nunca hubiese estado.
Es el Memorial Cubano en Miami que rinde tributo a sus muertos a lo largo que casi cinco décadas de horror. Es la muerte siempre acechando del lado de la opresión. Es la indiferencia internacional que no reconoce la tragedia de un pueblo sometido a la peor de las tiranías. Es nuestro Holocausto.
Quizás, cuando irremediablemente pase el tiempo, cuando se documente más aún la tragedia, cuando salgan a la luz los pormenores de las torturas, los crímenes y las desapariciones de los cubanos, el mundo sabrá hasta dónde ha sido cómplice de la dictadura castrista. Querrán taparse la cara para no ver. Intentarán persuadirse de que no lo sabían. Se sentirán miserables porque no escucharon los gritos de las víctimas. Bajarán su cabeza de tanta vergüenza. Entonces comprenderán que, es nuestro Holocausto.
Son cruces blancas, extremadamente blancas, porque cada una de ellas refleja el nombre de alguien que ofrendó su vida por ser libre, y su sangre quedó esparcida en los paredones de fusilamiento. Allí, donde la saña y la perversidad se fundieron para encumbrar un sistema desastroso que todavía sigue matando sin piedad. Linchamientos actuales son la prueba de ello. Indebidos encarcelamientos, limitación absoluta de la libertad. Desesperanza de un pueblo que no ve la luz al final del túnel. Deberían saberlo. Es nuestro Holocausto.
Es un camposanto que nos llama a la reflexión. Y en el silencio de ese dolor, sentimos que es nuestro deber recordarlos. No permitir jamás que sean olvidados. ¡Jamás! Y en el sufrimiento personal de cada familia, de cada amigo, de cada cubano, saber que, es nuestro Holocausto.
Allí, en la representación de cada cruz hay un cubano. Niños, mujeres y hombres que no sobrevivieron la crueldad de quienes dicen respetar los derechos humanos. ¡Y todavía hay quienes los defienden! Hasta se escudan en la democracia para usar medios de comunicación a favor de la tiranía y negar los crímenes cometidos. Son parte del mismo sistema. Hienas enardecidas y hambrientas manejadas como tontos útiles del régimen castrista.
Pero la justicia llegará. Está cerca, avizorando un futuro donde los culpables tendrán que ser llevados ante tribunales competentes. Nadie habla de venganza, ni derramamiento de sangre. Esa sangre ya fue derramada por las víctimas del castrismo.
Y mientras esa etapa llegue, recordaremos a los nuestros. No cada año. Sino, todos los días. En cada salida del sol. En cada respiro. Más allá del tiempo y la distancia. Que no se llora solamente por tristeza. También por rabia. Por la impotencia de no poder hacer nada.
Muchos, quizás, no nos entiendan. Es posible. No han vivido una dictadura feroz por tantas décadas. No han salido de su patria sin jamás regresar. No han visto morir a los suyos sin poder evitarlo. No han tenido que sobrevivir en las inmundas celdas de una prisión. Ni han sido ejecutados con balas de salvas donde tu espíritu queda muerto para siempre. No han vivido el terror implantado a fuerza de represión. En fin, no han muerto en vida como muchos que, lo único que los mantiene vivos, es la justicia que tiene que llegar.
Es lo que nos ha tocado vivir. Es, para que todos entiendan, nuestro Holocausto.
Ileana Curra.