lunes, octubre 30, 2006

SEÑALES DEL EPÍLOGO

Tomado de Cuba Encuentro.com


Señales del epílogo

El mundo produce noticias y Cuba sólo espera, con impaciencia.

Eva González, Ciudad de La Habana
lunes 30 de octubre de 2006 6:00:00




Las circunstancias políticas por las que atraviesa hoy Cuba, pese a la calma en el país —aparente o relativamente cierta—, son sumamente complejas. De manera objetiva, nadie conoce quién o quiénes están gobernando, toda vez que desde el pasado 31 de julio se ha mantenido un vacío simbólico de poder que no ofrece lugar a dudas: mientras el viejo caudillo aliente el más mínimo soplo de vida, la nación no asistirá a los cambios estructurales necesarios.

Incertidumbre es la palabra que define más claramente el sentimiento de una parte mayoritaria de la población cubana, con independencia de sus simpatías políticas.

Tras décadas de omnipresencia de un dictador que ha orientado desde los medios de difusión masiva cuáles son todos y cada uno de los pasos y decisiones en cualquier aspecto de la vida nacional, la política internacional y los detalles domésticos, la sociedad ha quedado extraviada, sumida en un compás de espera: escépticos unos, esperanzados otros, y absolutamente desinformados y perdidos casi todos.

De cualquier manera, comienzan a manifestarse de manera puntual pero sostenida algunas señales que indican el inicio del derrumbe. Nadie se llame a engaño: el final posiblemente sea "lento y doloroso", como suele ocurrir con los enfermos aquejados de cáncer en fase terminal y como han sido estos 47 años, pero, sin dudas, se avizoran ya otros tiempos.

Sin creer en nada

Uno de los signos más recurrentes del cambio es la profunda crisis de fe que se percibe en la sociedad. Los cubanos hace tiempo no creen en su gobierno ni en sus presuntas bondades. Luego de décadas de carencias y precariedades que han formado parte de la vida cotidiana, la población de la Isla asiste al colapso de uno de los mitos más difundidos del régimen: la salud pública.

La actual epidemia de dengue —no reconocida oficialmente— no sólo pone en evidencia los severos riesgos a que son sometidos los cubanos, sino que demuestra la absoluta falta de respeto y el profundo desprecio que las autoridades sienten por el pueblo. Hoy son más los cubanos que se preguntan: ¿cuánto más ha ocultado el gobierno y habrá otros riesgos para el futuro?, si no ha sido capaz de reconocer públicamente la existencia de una epidemia que ha provocado la muerte de un número indeterminado de ciudadanos, así como su responsabilidad en ello.

Un signo evidente de los tiempos que se avecinan es que recientemente un opositor a quien pretendían expulsar de su centro de trabajo, fue apoyado casi unánimemente por la asamblea de trabajadores, que se negaron a aprobar la "medida", y la administración se vio obligada a mantenerlo en su puesto.

En esa ocasión quedó claro que, con independencia de la ideología de cada cual, los trabajadores se opusieron al acto injusto y discriminatorio de separar a un trabajador por razones políticas: un hecho inédito en los medios sindicales desde hace décadas.

Sin embargo, más que los ejemplos aislados que comienzan a marcarse en el acontecer cotidiano de la Isla, los fracasos en la arena política internacional son los que evidencian los precarios equilibrios del poder bajo el denominado socialismo real.

Latinoamérica se resiste

A todas luces, se han estrellado las aspiraciones de construir una réplica de campo socialista en Latinoamérica: ni las elecciones han respondido a las expectativas de Castro y su comparsa menor, Hugo Chávez; ni todas las izquierdas que han alcanzado el poder en las urnas están dispuestas a comulgar con las alucinaciones de ellos.

En medio de estos tiempos convulsos, la pasada Cumbre de Países No Alineados, celebrada en La Habana el pasado septiembre, dejó claro en el discurso de los mandatarios y altos representantes de sus países miembros que, más allá de la eterna propuesta cubana de cerrar filas contra el "imperio enemigo de los pueblos", se trata de dialogar y negociar soluciones a los agudos conflictos que aquejan a los países del Tercer Mundo.

Demasiadas veces se dejaron escuchar en las salas del Palacio de Convenciones de La Habana las palabras democracia, pluralismo, derechos humanos, diálogo. El ¿gobierno? cubano debe haber comprendido que no son tiempos de beligerancia.

Uno de los propósitos implícitos en la citada Cumbre era aunar voluntades para apoyar la candidatura de Hugo Chávez (no de Venezuela) a un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Sin embargo, también estas aspiraciones han rodado por el suelo en las actuales votaciones de esta instancia internacional, ya que Guatemala ha obtenido hasta ahora una mayoría de votos, sin que ninguno de los dos países alcance los 125 que exige el caso.

Al parecer, el reciente chistecito de Chávez en la Asamblea General acerca del olor a azufre que despedía el estrado después de la presencia del representante estadounidense, no agradó a nadie. Se trata del caso más flagrante de irrespeto al lenguaje diplomático y a la moderación que debe primar en ese medio; una total torpeza, una falta de tacto y un completo desprecio por las convenciones internacionales.

Entre tanto, los cubanos continúan a la expectativa. Para la mayoría, el escenario internacional resulta un espacio de fábula, una referencia lejana, debido a que se nos niega el acceso a la información.

La reciente declaración de los NOAL en relación con el ensayo nuclear realizado por Corea del Norte, demuestra la inconsistencia del discurso oficial. En varios párrafos se diluye un discursillo que no dice nada: ni condena el mencionado ensayo, ni define las posiciones de sus países. No se puede disimular la mano de La Habana tras el texto…

Muy delicada es ahora la posición del régimen y muy inseguros sus pasos. Los más ilusos esperan señales de recuperación a partir del próximo 2 de diciembre. Sin embargo, no es prudente cifrar las esperanzas del futuro de la nación en la supuesta "recuperación" de su octogenario caudillo. Hace ya mucho tiempo que Castro es un cadáver político, y los espectros reinan sólo en el más allá.