jueves, noviembre 30, 2006

ORIGEN IDEOLÓGICO DE LA REVOLUCIÓN

Nota del Blogguista

Muy buen artículo del Dr. Alberto Muller; solamente dos observaciones:

1) La Carta o Pacto de Méjico firmada por Fidel Castro y José Antonio Echeverría fue firmada en 1956 y el apresamiento de los militares que estaban en¨ La Conspiración de los Puros¨, entre los que se encontraban los citados Borbonet y Barquín así como José Ramón ¨El Gallego ¨Fernández , ¿ Álvaro Prendes ? y otros fue en abril de 1957.
2) La carta a Celia Sánchez donde habla que después que ha visto lo que han hecho las bombas norteamericanas en casa de Mario, etc.. ha comprendido que su destino es la lucha contra los norteamericanos y que éstos la pagarán muy caro, es anterior al 1ro. de enero de 1959. Quizás haya sido un error tipográfico el 1959 que aparece en este escrito.
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Origen ideológico de la revolución



Por Dr. Alberto Muller, Miami



Estimados amigos y testigos de este evento cultural cubano, patrocinado por la Sociedad Española, Cuba en Transición.

El tema que nos ocupa es maravilloso, pues siempre queda abierto a la especulación más creadora. Intentaremos pues tomar al toro por los cuernos, como bien repite con gracia sin-igual el refranero popular español.

Realmente entre las ideas que dieron origen a la revolución cubana que derrotara al dictador Fulgencio Batista hay una mezcla variada de aportes disímiles que dieron origen a esa trascendental espiral del DESTINO GLORIOSO DE LA VIOLENCIA REVOLUCIONARIA, dentro del cual tantos se han visto atrapados y del cual algunos aún no han podido salir.

Por supuesto, el aporte más importante de todos hay que investigarlo en la siquis rara, delincuencial y megalómana de Fidel Castro.

Con suficientes fundamentos de historia verdadera se podría afirmar que los fundamentos ideológicos de la inmensa corriente de revolucionarios que integraron las filas del proceso que, corre desde 1952 hasta 1959 para derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista, tenían una concepción ideológica democrática heredada del enciclopedismo francés y del pensamiento positivista y ético del pensador Enrique José Varona, con elementos adicionales más modernos sustraídos del pensamiento social demócrata y del pensamiento demo-cristiano, apoyados todos en el pensamiento ecléctico, liberal y amoroso de José Martí.

Realmente es un arcoiris fácil de distinguir, pues tiene elementos muy comunes desde el punto de vista de la democracia liberal que se desencadene de la división de poderes y que se fundamenta en la libertad.

Pero en el otro núcleo que se agrupaba alrededor del círculo estrecho de colaboradores de Fidel Castro, como su hermano Raúl, Ernesto Guevara, Camilo Cienfuegos y Ramiro Valdés, entre otros, hay que afirmar que la mezcolanza de ideas jugueteaban con los idearios del anarquismo, del troskismo y del marxismo-leninismo.

Paralelamente a estos dos núcleos, debe quedar muy claro, que el principal fundamento de Fidel Castro no eran las ideas, por las cuales no ha sentido nunca mucho respeto, sino la estrategia para la toma del poder. El asalto al poder era la obsesión y la idea medular en la mente de Fidel Castro, independientemente de que su hermano Raúl o el Che Guevara anduvieran por otros rumbos ideológicos más radicales y definidos.

Inclusive ahora, en el ocaso senil de su vida, la obsesión de Fidel Castro por morir con ese poder absoluto debajo de su almohada, sigue siendo su meta prioritaria.

Tampoco quisiera aparecer diciendo, como un radical ultramontano, que por la mente del dictador Fidel Castro no puedan albergarse ciertas ideas, por cierto, en algunos casos muy bien elaboradas en dirección del centralismo más autoritario y cruel.

Pero ya ni siquiera me parece prudente la clásica discusión de si Fidel Castro era o no un comunista convencido antes de 1959.

Al menos no actuó como tal…

Pienso que ni las ideas de Martí ni las de Marx ni las de Lenin ni mucho menos las del enciclopedismo francés, estuvieron realmente en los fundamentos ideológicos de Fidel Castro, si es que tuvo algún pensamiento pasajero en alguna de sus noches de insomnio, que no fuese la toma del poder.

Fidel Castro es un hijo excepcional de San Ignacio de Loyola, pero en el camino y con mucha rapidez, dejó esa maravillosa religiosidad pura del santo y el amor infinito a Dios, para asumir estrictamente su liderazgo duro en cuanto a exigir la disciplina vertical de sus súbditos o seguidores.

( Fidel y José Ignacio Rasco en el Colegio de Belén, de la Orden de los Jesuitas, hoy llamado Instituto Técnico Militar ó ITM; una escuela religiosa convertida en cuartel. Nota del Blogguista )

O sea Fidel Castro es un jesuita sin Dios, que tiende y ha demostrado ser una ecuación peligrosa.

El poder, la autoridad, la sumisión, el paternalismo y el cacicazgo , afirmaría sin temor profesoral, son las ideas fundamentales en la mente del inspirador y el eje de la revolución castrista.

Por eso revolucionarios de tanto prestigio y respeto por el ser humano, como Humberto Sorí Marín, Mario Chanes de Armas, Pedro Luis Díaz Lanz, César Paez, Porfirio Ramírez, Huber Matos, Manuel Artime, Eloy Gutiérrez Menoyo, David Salvador, Rolando Cubelas, Carlos Franqui, Ramón Guín y Pedro Luis Boitel, por citar sólo un puñado, y cada uno en su tiempo circunstancial, se saltaron a la oposición de Fidel Castro.

Y algunos pagaron caras sus vidas en el paredón de fusilamiento o en las cárceles castristas.

Por todo lo anterior es que he querido de ex-profeso empezar la secuencia de esta conferencia, de atrás para alante.

Ya tenemos nuestra conclusión. Veamos ahora la argumentación:

Si analizamos con hondura crítica “La Historia Me Absolverá”, esa famoso documento de Fidel Castro en el juicio por el ataque al Cuartel Moncada, veremos que es un documento muy similar al programa del famoso movimiento del ABC en 1932, que resulta un documento liberal clásico con promesas de elecciones, limitación de latifundios y alguna que otra nacionalización, al mejor estilo del populismo de democracia representativa que imperaba en los países latinoamericanos.

En el Pacto de México que, Fidel Castro firmara con José Antonio Echeverría en 1956, se consagraba un respeto promisorio al ejército constitucional dirigido por los dignos oficiales Barquín y Borbonet, encarcelados entonces.

Pero además, el documento se planteaba el respeto al imperio de la ley, “sin odios mezquinos a nadie”.

Qué curiosa esta frase, pues con posterioridad el castrismo ha odiado a todos indiscriminadamente, que no compartan su visión centralizante y totalitaria del manejo del Estado.

Lamentablemente Echeverría moriría en el heroico ataque al Palacio Presidencial de 1957.

Y es sumamente interesante que desde la Sierra Maestra, Fidel Castro acusara la acción heroica del 13 de marzo como un “un ataque putchista contra la revolución”.

Fíjense con atención que, todo acto que menoscabara en algo el poder de Fidel Castro, era y es inmediatamente desacreditado o combatido por el caudillo.

Aquí podríamos detenernos y empezar a recitar hechos históricos de la reacción del dictador Fidel Castro ante acontecimientos que de una otra forma podrían poner en entredicho o menoscabar su poder.

Su reacción era instantánea y demoledora. No perdía tiempo en hacer trizas al adversario o en provocar que el adversario se sintiera como un guiñapo humano.

No olvidemos la crítica pública en los primeros días de 1959 por las armas que el Directorio 13 de marzo poseía con todo su derecho revolucionario, pero que a él le preocupaban.

Mencionemos sólo algunos hitos de relevancia, como la condena a Huber Matos, la destitución de Manuel Urrutia, el suicidio del comandante Peña por la absolución de los aviadores, la prisión de Aníbal Escalante y los viejos comunistas de la micro-fracción, el suicidio de Haydee Santamaría, el fusilamiento del general Ochoa y el resto de los oficiales que lo rodeaban, el fusilamiento y el encarcelamiento de los jimaguas De La Guardia respectivamente.

En fin, no hacen falta más ejemplos. Todos tienen relación con el poder absoluto que Fidel Castro absorbía sin piedad alguna.

Debemos decir sin dobleces que realmente en 1959 el castrismo dio el poder al comunismo cubano, desprestigiado por sus viejos nexos con el batistato y por su tesis blanda de vía electoral, orientada desde Moscú.

Pero estos viejos dirigentes del comunismo cubano, aglutinados en el Partido Socialista Popular, si tenían al menos un cuerpo ideológico muy bien instrumentado.

Y este comunismo del Partido Socialista Popular, con Blas Roca, Lázaro Peña y Juan Marinello, dio a Fidel Castro la ideología totalitaria, ideal para sus ambiciones vitalicias al más largo lapso de tiempo posible en el poder.

Es casi un enredo mayúsculo entre ideas versus poder, que Fidel Castro resolvió con enorme ligereza, pues el poder era su meta verdadera.

Eso que él mismo dijera en su carta a Celia Sánchez en 1959, que su meta era la lucha contra los Estados Unidos, es un mito demagógico.

Su única meta era el poder y no nos extrañe verlo aliado con alguno de los próximos gobiernos de la Casa Blanca, si su deteriorada salud y la crisis económica cubana se agravara aún más.

Al menos, ya está colaborando con el FBI en materia de narcotráfico y aceptó con callada y rara disciplina que el gobierno de George W. Bush usara la base de Guantánamo para los presos talibanes.

Permítanme dar un salto a la imaginación, pues ya a nadie en su sano juicio, se le ocurre ser comunista.

Las experiencias horribles del stalinismo y el derrumbe estrepitoso del comunismo en Europa del Este y en la Unión Soviética dejan al comunismo en el pasado más bochornoso.

Pero resulta paradójico que la revolución castrista se siga llamando comunista.

Entonces nuevamente surge, como un arte de birlibirloque, la mejor carta de Fidel Castro a jugar en la mesa de naipes, el poder.

Y es la misma carta que ha jugado desde el primer día.

¿Cómo mantener el poder ante un mundo que repudia los ideales comunistas?

Para él, un hombre sin escrúpulos, es muy fácil.

Primero, pedirle a su más acérrimo enemigo, los Estados Unidos, su moneda. Viene entonces la dolarización, que echa por tierra todo el engranaje ideológico del marxismo cubano hacia el sueño guevarista de crear un hombre nuevo.

Pero peor aún, porque la dolarización crea en el país una sub-división de privilegios y de discriminación nunca antes vista en la historia social de Cuba.

Y esto sustenta el tema que estamos presentando en este Congreso de Cultura Cubana, pues definitivamente en Fidel Castro hay ideas sueltas y las utiliza a su mejor conveniencia para prolongar su poder político.

Pero la idea central en la mente del dictador cubano y de su concepción revolucionaria es el asalto y el mantenimiento del poder.

Alfabetizó… nadie duda de sus planes de alfabetización masiva… pero centralizó férreamente la educación para que nadie se atreviera a discrepar de él.

Y los que se atrevieron a discrepar, aunque sea con los métodos pacíficos de Ghandi, como los poetas Raúl Rivero y Manuel Vázquez Portal, como los periodistas independientes, como los patrocinadores del Proyecto Varela y como los tres cubanos de la raza negra que intentaron huir del país, pagan entonces sus atrevimientos con la prisión o con el paredón de fusilamiento.

Todos los cubanos deben prestar una atención solidaria muy especial a la oposición cubana, que inaugura con las ideas pacifistas del Mahatma Ghandi, una etapa novedosa en la historia cubana, que se aparta de ese destino glorioso, tan dañino, de la violencia revolucionaria.

La disidencia oposicionista cubana está sentando un precedente histórico con su pacifismo oposicionista contra la dictadura de Fidel Castro.

Y por eso, todos los cubanos de todas las orillas, sin excepción, tienen el deber de solidarizarse con la disidencia en intramuros.

Cualquier excepción crítica podría considerarse mezquina. Podemos y tenemos el derecho de simpatizar más o menos con las ideas asamblearias de Martha Beatriz, Roque, con las ideas rebeldes indoblegables de Biscet, con el heroismo sin precedentes de Oswaldo Payá y su Proyecto Varela, con la ética contestataria de Vladimiro Roca o con la concertación evolutiva de Morúa.

Pero lo que no podemos es coincidir con el castrismo en sus deseos de aplastar alguna de estas expresiones de libertad…

Concluyo, para no alejarme del tema que nos ocupa.

Y termino repitiendo una nota de ese gran cubano, maestro de generaciones y un hombre de dignidad y moral plena en la historia cubana, como Carlos Marques Sterling:

“Fidel Castro nunca ha tenido ideología. Si hubiera realizado su revolución en la época de Hitler, se habría declarado nazista “.

Gracias….


Trabajo presentado por Alberto Muller en el Congreso Cultural Cubano efectuado en Madrid los días 29 y 30 de enero del 2004, patrocinado por la Sociedad Española, Cuba en Transición. Inédito en los medios, gentilmente ofrecido por el autor como colaboración especial a Cubanálisis – El Think-Tank