martes, febrero 27, 2007

DOSVIDANIA, MARX

Dosvidania, Marx

Por Miguel Cossio

Cuba ya no tolera a Marx. Su obra ''no es la que más le conviene al gobierno cubano'' y por eso ha sido declarado ''persona non grata''. Tiene 90 días para recoger sus bártulos y largarse del país con su esposa y sus dos hijos.

Has estado suficiente tiempo aquí y sentimos que tu trabajo es negativo, le dijeron. Pero ''no citaron ningún ejemplo'' que sustentara tal acusación, comentó Gary Marx, veterano periodista de The Chicago Tribune tras conocer que las autoridades cubanas le retiraban su acreditación como corresponsal en la isla, donde ha permanecido desde el 2002.

Marx no es el único reportero al que le revocaron la visa. Igual suerte corrieron César González-Calero, corresponsal español del diario mexicano El Universal, y Stephen Gibbs, enviado de la cadena británica BBC, cuyas ''formas de enfocar la situación cubana'' irritan a los policías del Centro de Prensa Internacional, encabezados por un tal José Luis Ponce.

Nuestra decisión es irrevocable, argumentaron los funcionarios, a quienes tienen sin cuidado las críticas de la Sociedad Interamericana de Prensa, del Comité para la Protección de los Periodistas y de Reporteros Sin Fronteras.

Llamé a Roberto Rock, vicepresidente y director general editorial de El Universal, en busca de una explicación lógica al caso. Después de reiterar que se trataba de un atentado a la libertad de prensa, Roberto me dijo que Cuba alegaba tener un problema personal con César González-Calero. Nada más. No existía un solo argumento profesional.

El Universal dejó en claro a través de un editorial que en ningún momento César se había apartado de la ética periodística en los cuatro años que llevaba de cobertura, ni había calumniado a ningún individuo o institución cubana, ``menos aún pudo señalarse que hubiera cometido errores factuales''.
( Gary Marx )
¿Por qué el gobierno cubano decidió silenciar de pronto a Marx, a César y a Gibbs?

El régimen se siente frágil ideológicamente e inseguro ante el silencio y la apatía colectiva, en un país donde casi nadie menciona ni siquiera por gestos al enfermo dictador. Raúl necesita censurar lo que se ve, escucha y dice en Cuba, y controlar la información que entra y la que se transmite desde la isla.

Silenciar a estos tres periodistas y amenazar con una acción similar a los enviados de Reuters y El País es parte de un esquema mayor, que revive la época del Telón de Acero. A Raúl le urge tapiar la isla con un doble muro a la información.

A pesar de la retórica oficial de que, sin Fidel al timón, no ha pasado ni pasará nada, la verdad es que el desinterés de los cubanos por el presente refleja la despolitización de una sociedad que ha sido sometida siempre a la manipulación ideológica. La gente en Cuba no desea más promesas ni lemas. Quiere vivir. La patria es vivir, no morir, ni sufrir. Aunque el gobierno vocifere con exaltado triunfalismo que la revolución continúa su marcha y exija más sacrificios a nombre de un socialismo supuestamente irrevocable, lo cierto es que el discurso oficial ya no funciona.

Ese es el problema. Desapareció el mecanismo de embaucamiento que sólo Fidel Castro era capaz de activar, más allá del control burocrático de las masas. La movilización del pueblo es ahora un cascarón vacío y podrido, que dejó de ser resultado del adoctrinamiento ideológico para convertirse en una desabrida perorata militar. El castrismo perdió su base de engaño ideológico cuando el máximo líder se esfumó de las tribunas.

De ahí que Raúl exhorte a sus acólitos a que abran un huequito a jóvenes que aspiren a treparse a su destartalado carro político, ''no a dirigentes de probeta''. Es en esa débil estructura de continuidad castrista donde se soportan los tres ejes de la nueva cortina de censura, que son:

• La intimidación a la prensa extranjera acreditada en la isla, bajo la amenaza de aplicar sanciones contempladas en un nuevo reglamento que restringe la labor de esos periodistas.

• El control interno de todas las telecomunicaciones mediante un sistema de vigilancia cibernética y una guerra contra las antenas parabólicas caseras con las que los cubanos se enteran de lo que pasa en Cuba y en el mundo.

• La ofensiva a escala internacional y dentro del territorio norteamericano contra las transmisiones de radio y televisión, públicas y privadas, que desde Estados Unidos penetran en Cuba.

La semana anterior Ramiro Valdés, neófito ministro de Informática y Comunicaciones y viejo policía, se quejó con Fabio Leite, director de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, de las supuestas violaciones del espectro radioeléctrico de Cuba por parte de Estados Unidos.

Ramiro, experimentado represor y recién convertido en sabueso de las comunicaciones, tiene ''la resuelta voluntad'' de ''domar el potro salvaje de las tecnologías'', y reclutó al general Alejandro Ronda Marrero para esa cruzada. Anote ese nombre y no lo olvide.

Ronda fue jefe de Tropas Especiales, el cuerpo militar élite al que Fidel Castro encargaba, entre otras tareas, las operaciones secretas en el exterior. Se le vincula con el suministro de armas al comando del Frente Patriótico Manuel Rodríguez que atentó contra la vida del dictador chileno Augusto Pinochet en 1986.
( Alejandro Ronda )
Como director de la oficina de seguridad para las redes informáticas del Ministerio de Comunicaciones, Ronda, el ahora súper espía cibernético, es uno de los responsables de cerrar aún más las fronteras internas de Cuba.

Dentro de ese esquema de represión e intimidación informativa, a la más pura usanza estalinista, el régimen de Raúl Castro le ha dicho dosvidania a Gary Marx, a César González-Calero y a Stephen Gibbs. Supongo que de igual forma despediría a Groucho, otro Marx, quien alguna vez dijo: ``La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados''.