sábado, noviembre 03, 2012

Nicolás Águila sobre Eloy Gutiérrez Menoyo: Eloy´s Club. El mejor Menoyo.

 Nota del Bloguista.

Muy buen artículo de Nico.
 Nunca entré al Eloy´s pues me parecía muy pequeño y quedaban otros más cerca de 12 y Malecón; uno prácticamente al doblar de la esquina en 3ra y 10. Bajarse de la guagua  en Línea y tener después que irse a pie, era demasiado incómodo para mí. Se me había olvidado que una vez supe que el Eloy´s Bar era de Eloy Gutiérrez Menoyo. El Turf, que estaba o está en Calzada, no quedaba muy lejos del del Eloy´s. Era de otra persona que también hizo Revolución o Contrarevolución;  no recuerdo ahora de quien era; creo que era de Eufemio Fernández, el que realmente le dió el galletazo a Fidel Castro en Cayo Confites, y no Masferrer. Eufemio Fernández había sido uno de los jefes de la policía cuando Grau o Prío; lo fusilaron cuando Playa Girón . No recuerdo si fue en La Zorra y el Cuervo, o uno muy cercano a ese club situado en La Rampa,  donde se  encontró poco antes de la invasión de Bahía de Cochinos un alijo grande de armas. Parece que esa actividad de vender bebidas alcoholicas y espacios para ¨matarse¨ con la pareja,  estaba bastante correlacionada con los ¨hombres de acción¨.

No recuerdo bien si el nombre era  era Eloy´s Bar o Eloy´s Club; creo que era este último, pero Nico debe acordarse mejor.
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El mejor Menoyo
Por Nicolás Águila
Jueves, Noviembre 1, 2012 |    

  MADRID, España, noviembre, www.cubanet.org -El mejor Menoyo, para mí, es el joven empresario anterior al revolucionario escopetero. No el ‘gallego’ tiratiros que se echó al monte para sudar una calentura política que le era ajena. Ni el que se distanció de los dos figurones del Directorio y plantó bandera aparte con su II Frente Nacional. O el que se puso una estrellita en el hombro y se nombró él mismo comandante de los rebeldes del Escambray.

Tampoco el invicto guerrillero que tomó mi pueblo natal con mucha fanfarria y sin disparar un tiro. Ni el que tuvo una actuación ambigua en la conspiración de Trinidad en 1959, calificada por muchos como traición sin paliativos. O el que rompió con Castro en 1961, escapó al exilio y regresó a Cuba en un desembarco temerario a fines del 64 para caer preso y cumplir 22 años de cárcel. Ni el que en los años noventa, dando un giro copernicano, pretendió dialogar con un régimen que solo practica el monólogo y de manera selectiva. Ni mucho menos el que en el 2003 se radicó en La Habana para dirigir una utópica oposición a la dictadura a través de su organización unimembre Cambio Cubano.

No, señores panegiristas, no me vengan con semblanzas de corte hagiográfico. A mí no me deslumbra el Menoyo heroico y postalita que nació en el Madrid de la II República y, al igual que su hermano, se empeñó en continuar la Guerra Civil Española en nuestra patria. Yo prefiero a aquel veinteañero que montó un bar elegante en la esquina de Línea y F, en El Vedado, el Eloy’s Bar, llamado así a lo pitiyanqui y sin complejo de español republicano. Porque esa fue sin duda su hazaña más audaz y perdurable. Un espléndido nightclub estilo años cincuenta que aún existe (o eso creo), totalmente a oscuras por si las inhibiciones y diseñado según la moral de la época, doble y simple al mismo tiempo. El ‘matadero’, como le llamaban, quedaba abajo en el sótano; y arriba, subiendo la escalera, se hallaba una barra acogedora sobre el nivel de la calle. Todavía en los años setenta se seguía llamando ‘Eloy’s Bar’, aunque todos le decían simplemente ‘El Eloy’. ¿Sería que no se percataban de que llevaba el nombre de un comandante disidente preso por entonces en una cárcel castrista? Años después parece que se dieron cuenta y quitaron el lumínico original. De lo cual me enteré una tarde de calor sofocante, cuando bajé con una amiga al sótano de ‘El Eloy’, ya rebautizado como Tropical.

El camarero nos sirvió y luego se perdió para siempre. No apareció de nuevo por más que lo llamara. Subí entonces a la barra para hacerle el pedido directamente al cantinero, pero no había un alma. Ni usuarios ni empleados. Volví a mi mesa a tientas con un fósforo encendido. El aire acondicionado increíblemente funcionaba bien y el asiento pullman invitaba a quedarse, aunque fuera a palo seco, así que nos quedamos un rato más. Al cabo de una hora salimos a la sofocación del calor ambiente. El local seguía abierto, lo mismo arriba que abajo, pero sin nadie que lo atendiera. Tal parecía que el personal se había marchado sin haber llegado el relevo del cambio de turno, y se le olvidó cerrar. Cosas del comunismo. Se notaba la ausencia del antiguo dueño del negocio, Eloy Gutiérrez Menoyo, el cantinerito que abandonó su bar club por irse a tirar tiros en las lomas del Escambray.
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ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS 

Ya sabes que yo no soy un Vedado boy, pero estuve becado en F y 3ª, aquel horror de edificio. De modo que el Eloy estaba en mi 'zona de operaciones'. Igual que el Carmelo de Calzada (adonde íbamos a matar el hambre). O el Turf, el otro matadero del barrio. La anécdota que cuento sucedió así realmente, tal como lo digo. Nos dejaron solos en el club. Cosas q solo pasan en Cuba. Por lo demás, lo que afirmo sobre EGN no es en son de burla. Yo realmente pienso que un joven emprendedor es más valioso que un revolucionario tiratiros. Gracias, Pedro Pablo. Nicolás
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Nota del Bloguista

Nico.
 
Los de 12 y Malecón matábamos el hambre en la pizería que estaba en 3ra y 10 al frente del club del que hablé. En esa pizería en no pocos días limpiaban   tirando abundantemente  cubos de agua antes de empezar la jornada laboral ;después cerraban la pizería diciendo que se había acabado el agua. Parece que la administración ya tenía cuadrado algún negocio con los quesos, pasta de tomate, etc., que le aportaban más dinero. Teníamos que ir a Sol Mar en el Malecón cerca de donde posteriormente colocaron ¨El Avioncito¨, La Cocinita  de Paseo o ir a 12 y 23 al Pekín, si mal no recuerdo.

En 12 y Malecón algunos HP que estaban ¨ataqueche, ataqueche¨,  calmaban sus ardores de juventud  trabando el elevador de carga  con una silla en uno de los últimos pisos  y ahí mismo ¨al mulo le caían a palos¨; los que estábamos esperando el elevador empezábamos a gritar que liberaran el elevador, para lo cual utilizábamos para ello  bromas y malas palabras, me imagino que los coitos interruptus abundaran y no por voluntad de los envueltos en el lance amatorio; eso era en el edificio pegado a 3ra pues en el más pegado al malecón eso era más difícil en el elevador de carga; en el otro era casi imposible por el abundante tránsito de personas que se atrevían a subir por las escaleras..Otros iban al piso de estudios a altas horas de la noche o madrugada y  si tenían suerte,  encontraban un closet donde meterse para estar ¨cómodos ¨y fuera de la vista. Otros, los más discretos y solventes,  iban a la posada de 11 y 24;  si los amantes eran previsores  y el   encuentro  amoroso había sido planificado,   llevaban  sábanas de la beca por si el comienzo del encuentro  se dilataba por falta de sábanas de la posada.

Nada Nico:   Como se dice en una canción de ¨Los Bravos¨( no los prietos santiagueros sino el grupo de rock español: ¨siendo tan joven fue loco hasta el Rey¨ !!

1 Comments:

At 5:01 p. m., Blogger NA said...

Ya sabes que yo no soy un Vedado boy, pero estuve becado en F y 3ª, aquel horror de edificio. De modo que el Eloy estaba en mi 'zona de operaciones'. Igual que el Carmelo de Calzada (adonde íbamos a matar el hambre). O el Turf, el otro matadero del barrio. La anécdota que cuento sucedió así realmente, tal como lo digo. Nos dejaron solos en el club. Cosas q solo pasan en Cuba. Por lo demás, lo que afirmo sobre EGN no es en son de burla. Yo realmente pienso que un joven emprendedor es más valioso que un revolucionario tiratiros. Gracias, Pedro Pablo. Nicolás

 

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