martes, diciembre 16, 2014

Jorge Olivera Castillo desde Cuba: Cotorra en apuros

Tomado de http://www.diariodecuba.com/

Cotorra en apuros

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'Mi nuevo vecino no pierde las esperanzas de que su cotorra aprenda repetir algunos de los eslóganes que exigen la libertad de los cinco espías cubanos.'
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Por Jorge Olivera Castillo
La Habana
16 Dic 2014
  
Mi nuevo vecino no pierde las esperanzas de que su cotorra aprenda repetir algunos de los eslóganes que exigen la libertad de los cinco espías cubanos (actualmente tres) encarcelados en Estados Unidos desde 1998.

Cada mañana se empeña en conseguir su propósito, pero hasta el momento los resultados han sido infructuosos.

Entre las clases aprendidas por el animal, imagino que en su anterior hábitat, están los seis compases finales de "La Internacional".

Aún desconozco la procedencia del dueño del papagayo. Solo puedo decir que se mudó para el edificio donde resido desde que nací, hace alrededor de un mes, y que aparenta unos 70 años de edad.

Presiento que el tipo es un "comecandela". Uno de esos viejos dispuestos a pedir paredón para quienes se atrevan a mostrar públicamente la más mínima inconformidad con el sistema.

Con las lecciones que le imparte a su mascota, es suficiente para colegir su adhesión incondicional a las políticas del régimen y la nostalgia por los tiempos de las purgas estalinistas y el apogeo del fidelismo.

Espero que la cotorra aprenda algo en lo que resta de diciembre.

Su amo y maestro, a juzgar por el tono y la insistencia, sería capaz de torcerle el pescuezo de no conseguir que el ave repita alto y claro las gastadas frases de: "¡Libertad para los Cinco Héroes!" y "¡Volverán!".

Por cierto, hace unos días que la entonación de "La Internacional" no es la misma. Desafina y eso puede costarle alguna reprimenda, o un castigo más severo, si definitivamente continúa degradando la melodía y no aprende a exteriorizar las demandas al inquilino de la Casa Blanca que el Gobierno cubano ha ordenado poner en vallas, grafitis, carteles y difundir por todos los canales de televisión, radioemisoras, periódicos y revistas del país.

El viernes último coincidí, por causalidad con mi vecino, en la escalera del edificio. Yo bajaba a hacer una diligencia, él se dirigía hacia su apartamento.

Traté disimuladamente de descubrir en su rostro algún rasgo de perturbación psicológica, pero realmente no noté nada raro.

Su comportamiento fue cortés. Respondió con voz apacible a mi saludo, que se limitó a darle los buenos días.

Con el tiempo espero poder conocerlo mejor, siempre con la debida precaución.

El fin de semana, después de una breve sesión de clases ¿o tortura?, la cotorra se limitó a tararear  un fragmento más corto del himno revolucionario y la modulación estuvo peor.

Al poco rato hubo un largo silencio. Pensé que el ave había sido ajusticiada, pero no. Un estridente chiflido despejó mis dudas.

De todas formas, sigo pensando que el pequeño animal corre peligro.

La paciencia revolucionaria no acostumbra a ser muy prolongada. Quizás en un último intento, el viejo opte por una modificación de su programa lectivo o quién sabe si se decida a estrangular a su emplumada discípula.
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