martes, diciembre 16, 2014

José Prats Sariol sobre Cuba: Homofobia y Castrismo

Homofobia y castrismo

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La posposición en la Asamblea Nacional de una reforma que iguale los derechos de las parejas del mismo sexo es parte de la misma homofobia de siempre.
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 Por José Prats Sariol
Miami
16 Dic 2014

 Sonia Garro acaba de estar dos años y medio en prisión, sin juicio, sin actas, sin el más mínimo derecho... ¿Por qué con los homosexuales van a regir en Cuba valores éticos, escalas de comprensión? ¿No será otro fraude mediático?

El castrismo es y sigue siendo el mismo hasta en sus resquicios... La obstinación cerrada que lo ayudó a conquistar el poder, adornada por la falta de escrúpulos, une dos carencias: poca flexibilidad mental y nulo sentido ético.

Hoy me entero de un dirigente de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) al que le pusieron una "trampa" para descubrir su homosexualidad, humillarlo, expulsarlo. El  escritor Reynaldo González conoce muy bien un caso similar, ocurrido hace medio siglo en Ciego de Ávila. ¿Han cambiado?

Como se sabe, ellos, los "hombres nuevos" —entiéndase, los antiguos fanáticos del comunismo— solían relacionar su homofobia con la valentía necesaria para arrebatarle el poder a la burguesía. Los escasos homosexuales que militaban en sus filas ocultaban su preferencia sexual o demostraban que su bravura y arrojo eran excepcionales. Para unos y otros —la mayoría por ignorancia— la cultura grecolatina no desmentía sus aberraciones.

Ni los hermanos Castro ni sus principales hombres —Camilo Cienfuegos, Che Guevara, Ramiro Valdés...— pasaron de una condescendencia limosnera hacia la comunidad gay, en todas sus formas y variantes: "Alfredo Guevara, sí, pero imagínate", pudieron haber dicho. Aunque con una lesbiana, Pastorita Núñez —la honrada y popular guerrillera—, quizás comentaran que peleaba "como un hombre".

En cualquier caso —anécdotas sobran— la misma idea de tolerancia implica un sentimiento de superioridad en quien la ejerce. Otras formas menos evidentes de discriminación también exhiben la misma mirada desde arriba, desde lo "normal". Entre ellas las que hoy muestra el castrismo tardío, su delegada para el tema —Mariela Castro Espín— y los integrantes de su comparsa de remendones, homosexuales o no.

Homofóbico es el silencio y la posposición de la Asamblea Nacional del Poder Popular cuando se inquiere sobre reformar la Constitución, de modo que las parejas del mismo sexo puedan casarse, legalizar su status a los efectos de bienes comunes, representaciones, herencias y demás asuntos a reglamentar.

Invito a recordar y referir otras pruebas indignantes de 2014, no "arqueológicas" y de la UMAP o de Reinaldo Arenas esgrimiendo su expediente de maricón para montarse en una lancha y huir por Mariel en 1980. Crónicas de hoy mismo en la Corporación Gaviota o en la Escuela de Psicología de la Universidad de La Habana, en la selectiva escuela Capitán San Luis para oficiales del Ministerio del Interior..

También invito a referir casos de tapiñados, donde la salida del closet no es solo un acto de valentía familiar, sino de  potenciales consecuencias laborales o estudiantiles, sin posibles reclamaciones legales porque ninguna ley los defiende, porque además no viven en un Estado de derecho.

Las ingenuidades se explican en personas de bajo coeficiente de inteligencia o alto índice afectivo-volitivo, pero se supone que no en académicos o analistas del tema. Las complicidades con la demagogia permisiva de la dictadura merecen, desde luego, ser reveladas. Un show en el cine América, un poema "Vestido de novia" o un desfile por La Rampa están muy bien, pero no determinan ningún cambio legal, tampoco esfuman —en ningún país, claro está— formas encubiertas de discriminación.  

El castrismo —como el estalinismo— es por naturaleza discriminador de lo "diferente", de lo que "difiere". Por mucho que se maquille o disfrace, no puede negarse a sí mismo. Además de consideraciones filosóficas o políticas, se trata de uno de los rasgos del poder despótico sobre su propia muta y ante la masa, como estudiara Elías Canetti.

Cualquier "minoría" le es hostil a su voluntad hegemónica, hasta en los carnavales donde una carroza de travestis solo sirve para 30 segundos en el noticiero, con la imagen de uno rellenándose un seno o una nalga. Porque no serán buenos para negociar y cambiar; pero para burlas, hipocresías e intrigas se mantienen en forma, listos a obtener nuevas medallas.