miércoles, octubre 07, 2015

El orden de los factores. Pablo Díaz Espí: ¿Será beneficioso para Cuba un levantamiento del embargo de EEUU con los Castro aún en el poder?

Tomado de http://www.diariodecuba.com

El orden de los factores

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¿Será beneficioso para Cuba un levantamiento del embargo de EEUU con los Castro aún en el poder?
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Por Pablo Díaz Espí
Madrid
5 Oct 2015

Los más recientes y activos defensores del levantamiento del embargo estadounidense a Cuba esgrimen que tal medida beneficiará al pueblo cubano, en cuanto mejorará su calidad de vida y, a mediano plazo, acercará la democracia a la Isla. Vale la pena preguntarse cuánto hay de cierto o exacto en estos argumentos.

En Brasil, el diario Folha de Sao Paulo dejaba entrever hace unos días lo que podría sobrevenir en una Cuba castrista y libre de restricciones comerciales. Durante una visita a la Isla del expresidente Lula da Silva en 2011, fue el grupo Odebrecht, gigante de la construcción y responsable de las obras en la zona del Mariel —una nueva terminal de contenedores y 465 kilómetros cuadrados para el libre comercio al oeste de La Habana—, quien presumiblemente compró regalos para agasajar a Raúl Castro.

La revelación forma parte de varios megaprocesos judiciales que remueven los cimientos del país suramericano, y que ya se han cobrado varias cabezas importantes y ligadas a Cuba.

Marcelo Odebrecht —presidente del Grupo y con vínculos personales con da Silva— fue arrestado en junio, acusado de liderar un esquema de sobornos por 2.100 millones de dólares en la petrolera estatal Petrobras, a la que presuntamente cobró de más y traspasó el exceso de fondos a ejecutivos y políticos. Odebrecht también fue condenado por someter a condiciones de esclavitud a los empleados de las plantas de azúcar y etanol que construye en Angola.

Por su parte, el propio expresidente Lula da Silva (2003-2010) está siendo investigado por "tráfico de influencias" a favor de Odebrecht, en especial, en Cuba y República Dominicana. El Ministerio Público brasileño sospecha que entre 2011 y 2014, sirviéndose del capital político acumulado en sus años de Jefe de Estado, Lula "obtuvo ventajas económicas directa o indirectamente de Odebrecht con el pretexto de influir en los actos practicados por agentes públicos extranjeros, costeados directa o indirectamente por el Banco Nacional de Desarrollo (BNDES)".

Asimismo, Jorge Dirceu, extesorero del Partido de los Trabajadores —hombre formado y entrenado en Cuba—, fue condenado en septiembre a 15 años de prisión por cometer "con sofisticación" los delitos de corrupción, lavado de dinero y asociación para delinquir.

A la luz de estos hechos, y desde una perspectiva cubana, cabría preguntarse por los regalos recibidos por Raúl Castro y su yerno, el general Luis Alberto Rodríguez Callejas —presidente del todopoderoso GAESA, conglomerado que controla los ingresos del turismo, las telecomunicaciones y la recaudación de divisas en Cuba, entre otros ramos, además de ser la contraparte cubana de las obras del Mariel— de manos de la trama corrupta de Brasil. ¿Habrán recibido dinero? Y más: ¿Cuánto dinero habrán recibido?

En un país con poder judicial independiente, esto es lo que tocaría investigar ahora. Pero en Cuba, claro está, nadie lo hará. En Cuba nadie llegará siquiera a interesarse por el asunto.

El negocio castrista

Según The Washington Post, solo en 2013 los viajeros norteamericanos a la Isla llevaron bienes por 3,5 billones de dólares, mientras los cubanoamericanos enviaron 3,1 billones en remesas. Esto, a pesar del embargo, que ya permite a La Habana comprar alimentos y medicinas directamente a compañías norteamericanas. Lo que hace evidente que, cuando hablan del fin de las restricciones, lo que de verdad interesa a los Castro es el acceso al crédito internacional y, en especial, al de los bancos norteamericanos. O lo que es lo mismo: los Castro quieren hacer de EEUU una nueva versión de la URSS o de la Venezuela chavista, una fuente de subvención que les permita retener el poder y enriquecerse hasta que se sepan a salvo.

A cambio, ofrecen un verdadero manjar para cualquier capitalista: un mercado virgen y sin competencia, pues los cubanos no podemos invertir en nuestro propio país; 10 millones de potenciales consumidores; una mano de obra relativamente instruida, muy barata y sin derechos laborales (incluidos por supuesto el derecho a huelga y a asociarse en sindicatos independientes); un interlocutor económico centralizado; cero prensa crítica; y una oposición y una sociedad civil reprimidas e ilegalizadas, de manera que no puedan poner en entredicho ningún suculento negocio.

A partir de los años 90, tras la caída del bloque comunista en Europa del Este, el levantamiento del embargo habría sido una opción interesante. Fue lo que algunos defendimos entonces, en franca minoría. El régimen, con sus férreas estructuras centralizadas e ineficientes, con su intransigente discurso ideológico aún intacto, no habría sido capaz de hacer frente a semejante cambio de juego. Pero ahora, bien aprendida la lección rusa, vietnamita, venezolana, nicaragüense y de las ex repúblicas soviéticas, de que no hace falta un Estado totalitario para someter y controlar a una sociedad; ahora que la transformación al capitalismo de Estado ya está enrumbada por los Castro (violando sus propias leyes y su propia Constitución, pero eso a quién le importa); ahora que el totalitarismo se halla semidesmontado, listo para hundir en un magma de corrupción y leyes absurdas todas las inversiones, ¿es el levantamiento del embargo una opción beneficiosa para los cubanos?

El argumento de que un levantamiento del embargo significaría un alivio para la población de la Isla merece ser evaluado con lupa. Supongamos que sí, que se levantan todas las restricciones económicas y comerciales, que el régimen obtiene acceso a créditos y luz verde para negociar con cuanto capitalista se deje caer por los jardines del Hotel Nacional: ¿Quién supervisará esos créditos por la parte cubana, qué instituciones? ¿Quién decidirá qué comprar y a qué precio? ¿El general Rodríguez Callejas, el Estado que ha implantado la discriminación de la doble moneda?

La deuda inmensa y la corrupción que genere un Estado sin instituciones ni libertades caerá como otra losa sobre todos los cubanos. O más bien, sobre los cubanos más empobrecidos, la población negra, los residentes en áreas rurales, esos sin acceso a la moneda fuerte ni a la sociedad del conocimiento, esos a los que el castrismo ya mantiene marginados.

En ese sentido, y por contraproducente que parezca, puede que el embargo en su estado actual —con la libertad de adquirir medicinas y alimentos por parte de La Habana, el aumento permitido en el envío de remesas familiares, la facilidad de viajes y la oferta por parte de Washington de desarrollar las telecomunicaciones en la Isla—, esté siendo más beneficioso para el pueblo cubano que su levantamiento. Mantenerlo puede ayudar a reforzar, a la larga, una institucionalidad necesaria para el futuro del país. Levantarlo abriría las puertas a más corrupción, más oportunismo y más picaresca.

De levantarse ahora, ¿quién velará por la transparencia, la justicia, la equidad y el raciocinio a la hora de endeudarse e invertir, por los verdaderos intereses de los cubanos? ¿Quién decidirá qué rumbo seguir como nación? ¿Los socios capitalistas, empresas como Odebrecht, o el Estado que ha malgastado miles de millones de dólares en una delirante "batalla de ideas" e infiltrado a miles de agentes y tropas en medio mundo?

No se trata de negar las ventajas de un fin del embargo, sino de calibrar el momento en que esto se haga. En medio de la actual ofensiva por levantarlo, es esencial ponderar los riesgos. ¿No sería más beneficioso para Cuba que, antes de levantar el embargo, Washington y la Unión Europea, así como otros países de América Latina, con Brasil a la cabeza, abogaran por un verdadero cambio de leyes, por garantías, por que los Castro cedieran el control monopólico y represivo del país? Dada la vejez de la dirigencia histórica del régimen y la quiebra de sus mecanismos de control ideológico, esto sería más factible que nunca.

Vale la pena preguntarse si un levantamiento del embargo con los Castro aún en el poder, facilitará el tránsito a la democracia, como argumentan sus defensores, o al contrario, dará paso a la peor pesadilla para los cubanos, la de un Estado fallido y excluyente, corrupto hasta la médula, controlado por una élite poscomunista travestida y mantenida en el poder por nuevos socios capitalistas, un verdadero festín para negociantes, empresarios sin escrúpulos y lobistas de toda laya, disfrazados de benefactores y agentes democráticos.
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Published on Oct 18, 2012

El periodista cubano Pablo Díaz Espí dirige desde España el portal de noticias Diario de Cuba. Se encuentra en el Perú para participar del programa Universidad de la Libertad que organiza el Instituto Político para la Libertad. Anoche en Mira Quién Habla, contó cómo aprisiona el régimen de los hermanos Castro a la sociedad cubana.

Pablo Díaz Espí: el verdadero rostro de la Cuba de Castro

Parte I



Parte II